Todos hemos escuchado ese comentario, «es todo photoshop», tanto en las imágenes de las portadas de revistas, como en los anuncios, como, en muchos casos, en las fotografías de las redes sociales. Y aunque suene raro, no, no «todo es photoshop», aunque sí que, por supuesto, tiene algo.
Los fotógrafos, eróticos o no, usamos photoshop para realzar nuestras fotografías. En esta primera entrada del blog vamos a intentar aclarar los conceptos, quizás mitos y leyendas que existen con esta herramienta.
Lo primero, aclarar: que una foto haya sido retocada, no quiere decir que no sea fiel a la realidad. En cualquier fotografía hay que cuidar los detalles: las luces, las sombras, las transiciones de unas a otras… un poquito de contraste, cambiar el tono de una luz demasiado blanca, demasiado amarilla, o demasiado roja… Ese es uno de los usos de las herramientas incluídas en el Photoshop. Pero también para difuminar un poquito el fondo, o para recortar un poquito esa flor solitaria que estaba en el jarrón, y que en esta toma es preferible que no esté.
También, por supuesto, para asegurarnos la discrección: muchas de nuestras modelos no quieren ser reconocidas, y para eso hay que difuminarles la cara, o eliminar alguna marca, cicatriz o tatuaje que la harían perfectamente reconocible. Nada que no se pueda corregir también con maquillaje, por supuesto, aunque con un coste mayor (tanto de tiempo, como de productos).
Por último, también se puede utilizar para la «cirugía digital»: aumento de pechos, reducción de caderas, estiramiento de piernas… aunque como cualquier buen cirujano, hay que saber utilizarlas, y siempre, siempre, evitando que sea escandalosamente evidente, porque el mejor retoque es el que no se percibe.
